En el Centro Estatal de Prevención y Reinserción Social de Valle de Santiago, diez personas privadas de la libertad se dieron el “sí” y contrajeron matrimonio civil con sus parejas, en una ceremonia organizada con el apoyo de la Oficialía del Registro Civil del municipio.
La actividad forma parte de la Campaña de Regularización de Matrimonios y Reconocimiento de Menores, en el marco de una política penitenciaria más humana, donde la legalidad convive con el acompañamiento y las segundas oportunidades.
El Registro Civil extiende los documentos con cuidado.
Con cada acta de matrimonio, ofrece legitimidad, estructura, derecho.
Sobre mesas con manteles azules –el color de la tranquilidad- y floreros decorativos, las parejas firmaron su unión rodeadas de gestos cargados de significado: manos entrelazadas, miradas cómplices, sonrisas contenidas y un par de copas en alto. Una ceremonia que representó el cierre visible de un proceso de gestión documental y acompañamiento emocional, que garantizó el derecho al matrimonio desde la sensibilidad institucional.
La Secretaría de Seguridad y Paz reconoce que la reinserción social no comienza al salir de un centro penitenciario, sino mucho antes: en la reconstrucción de la identidad, el afecto y los vínculos que dan sentido al futuro. Por ello se impulsan acciones que fortalecen la estabilidad emocional, la pertenencia familiar y la convicción de que el amor también puede ser un puente hacia la esperanza.
Fortalecer el núcleo familiar no solo brinda estabilidad emocional: se convierte en un motor de transformación personal y social. Apostar por el amor es también apostar por la paz, porque un proyecto de vida sin afectos carece de raíces sólidas
No fueron solamente bodas. Fueron diez promesas de reconstrucción de vida.
Diez recordatorios de que incluso ahí, donde la libertad física se ve restringida, el derecho a amar sigue en pie. Y con él, la posibilidad de un nuevo comienzo.
